Los orígenes de la alquimia se remontan en Grecia hacia el año 300 a.c. .Su mayor esplendor en la antigüedad se alcanza en Alejandría entre los años 200-300 d.c. siendo posiblemente en esta época cuando se inventa el alambique. Las pruebas documentales llegaran con los árabes y los aparatos que utilizaban para la destilación en el siglo VIII, donde se registra el primer documento histórico sobre la destilación de vinos.
La expresión “ponerse ciego” cuando uno se encuentra en estado de embriaguez, viene del proceso de destilación que en la actualidad elimina las cabezas y las colas ( el líquido resultante al principio y al final de la destilación tiene componentes nocivos para el ser humano) pero que antiguamente no se desechaban y uno de los efectos que producía era la ceguera temporal.
Muchas destilerías compran el alcohol a una alta graduación alcohólica ya destilado hasta en 2 ocasiones, y lo destilan una vez más con los botánicos ( en el caso de la ginebra) vendiéndolo como “tridestilación”. Las marcas no están obligadas a explicarlo, ni siquiera a poner que alcohol base utilizan como en el de remolacha, que es el más barato.
El proceso de destilación siempre produce un líquido cristalino, se le da color añejando en barrica, y en la mayoría de casos se le añade caramelina para estandarizar la producción. En destilado blancos con los famosos vodkas y ginebras de colores, después de la destilación se maceran en frutas o especias, o se añaden colorantes artificiales, sin apenas ninguna regulación.
El alcohol y el tabaco se considera contrabando, y lo controla la agencia tributaria, cada botella que se embotella en España de gin se les paga 2,65€, y para poder abrir una destilería hay que poner un aval de 100.000€. Cada vez que se termina de destilar, un técnico de la agencia tributaria encadena los controles hasta el siguiente uso del mismo. Como curiosidad según la capacidad de la botella en nuestro país el precinto tiene un color u otro: marrón de 0,5 litros, azul de 0,7 y rojo de 1,0.
