Uno de los primeros aguardientes destilados, precursores de lo que ahora llamamos whisky, aparece en el libro Rojo de Osario del siglo XIV como «Aqua Vitae”, que en el idioma irlandés se dice «Uisce Beatha» o “Fuisce», convertido en «whisky» al traducirlo al inglés. En el siglo XIX Irlanda era la primera potencia de producción de whisky, con más de 100 destilerías, situación que cambió radicalmente en el siglo XX, debido a las guerras mundiales y comerciales, y a las prohibiciones, lo que hizo que perdiera su dominio. Pero la nueva demanda global ha inspirado una nueva y emocionante ola de producción.
De dos destilerías que quedaban en la década de 1980, o las cuatro de 2010, el pasado año se cerró con más de 30 por todo el país. Cada uno de estos productores está elaborando su propias expresiones únicas, aportando una profundidad emocionante y diversidad a la categoría de whisky irlandés.
Elaborado por el Master Distiller Darryl McNally, The Dubliner Irish Whiskey propone una deliciosa mezcla de whisky irlandés con miel y caramelo, lo que hace de su sabor una experiencia dulce simplemente irresistible. Es un ‘blended’ con un porcentaje más alto de whisky de malta que de grano, y envejecido en barriles de bourbon. De color oro pálido, posee un intenso aroma a miel, con toques sutiles de fruta fresca, como manzana, pera y cerezas, y su sabor ofrece agradables notas de malta y miel, con un toque de pimienta blanca.
Y si durante muchas décadas el whisky irlandés fue, básicamente, el ingrediente esencial del mundialmente famoso «Irish Coffee», en la actualidad ha crecido significativamente su uso del en coctelería debido a su gran versatilidad, su complejo sabor y su equilibrada naturaleza. Por ello es ahora un elemento ideal para el trabajo de los mixólogos, ya que les permite expresar y desarrollar su propia creatividad en propuestas como un «Whisky Sour», un “Highball » o incluso un «Expresso Martini».