Posteriormente se lleva a cabo un proceso lento de fermentación que llega a durar hasta 50 horas, en el que se utiliza levadura especialmente seleccionada, cultivada y desarrollada por la propia destilería. A continuación se realizan dos destilaciones lentas utilizando alambiques de cobre, que permiten conservar todas las características y compuestos obtenidos en la fermentación.
Tequila Centenario se puede encontrar en tres variedades: Plata, Reposado y Añejo. De este modo, Centenario Plata madura durante siete semanas en barriles de roble blanco americano que dan como resultado un destilado de color amarillo pálido con aroma herbal, y notas a agave, aceitunas, vainilla y un ligero toque a mantequilla proveniente de la madera, así como notas de especias procedentes de la destilación.
Por su parte, Centenario Reposado madura en barricas de roble blanco americano durante 4 meses. De color ámbar pálido, es ligeramente frutal con notas dulces de agave. También ofrece tonos ligeros de madera, almendras tostadas, vainilla y clavo.
Mientras, Centenario Añejo se elabora a partir de agave de 10-12 años de crecimiento y se envejece durante 18 meses en barricas de roble americano tostado y en barricas nuevas de roble blanco. De esa forma obtiene su distintivo color ámbar. Es suave, ligeramente dulce, con notas a agave cocido, almendras tostadas, vainilla y clavo. Su aroma ligeramente frutal, destacando los tonos de roble blanco y los sabores mencionados.
Todos los tequilas Centenario se elaboran con un proceso denominado «selección suave», que consiste en seleccionar una mezcla de diferentes lotes de barricas de la misma variante, para lograr un perfil único, terminando con una técnica de filtración en frío a 0°C previa a su envasado.
La historia de este tequila se remonta a mediados del s. XIX cuando Lázaro Gallardo, dueño de una taberna ‘La Gallardeña’, creó una bebida sólo para sus invitados más distinguidos y familiares más cercanos. Más tarde, esa pequeña producción se traslada a la hasta entonces Hacienda Los Camichines, lugar que sigue ocupando hoy en día.
A finales de 1800, Gallardo nombró su tequila, Gran Centenario para conmemorar el comienzo de un nuevo siglo y comenzó a venderlo como su taberna. En 1920, el hijo de Lázaro, Luciano, decidió embotellar Gran Centenario que, inspirado por el estilo Art Decó, diseñó una botella similar a la que se sigue utilizando hoy.
Con una graduación alcohólica del 40 %, Gran Centenario Plata se presenta en una elegante y distintiva botella, de base ovalada y marcadas estrías, inspirada en el Art Decó, así como su etiqueta, en la que destaca un ángel, que recuerda cómo su creador, Lázaro Gallardo, los rezaba para que vigilasen sus agaves todavía inmaduros.