Soy bartender, soy influencer, ¿aporto valor?
Cuando el arte de del bar lo transmitía un bartender. En esta ocasión, Elisa Libertad Vidal nos cuenta su experiencia como barmaid/influencer/brand ambassador y el valor que se aportaba con ese valor humano.
Valencia 15/04/2017
By Elisa Libertad Vidal
Hace ya mucho tiempo leí en un post de internet una especie de misiva dirigida por una entidad o marca a la dirección de su compañía.
Me llamó la atención algunas de las frases que la marca dirigía a su presidente, sobre todo la introducción:
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¨Hola, soy su Marca.
No, no el símbolo ni los colores que lleva usted en su tarjeta, al que llama logotipo, ni tampoco el último anuncio que ha visto de su compañía en televisión.
Soy su Marca. Soy el espíritu que su cliente consume.
La que usted representa, el fruto de lo que, la compañía que usted dirige, hace. Es decir soy un reflejo de su dirección.¨
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Fue como una revelación, entendí lo que para mí habían sido las marcas con las que había trabajado, entidades propias con espíritus propios, que se esfuerzan por mantener la dignidad y la compostura a través de los años, algunas cayeron en el camino, pero muchas de las históricas, de las veteranas, están todavía en el mercado, fruto de su espíritu y de su adaptación al mercado.
He de decir, que llevo muchos años en el sector de la restauración, que me encanta mi trabajo, y que amo los líquidos con los que creo mis mezclas. Sin amor, no hay mezcla… En estos últimos años he estado trabajando para algunas marcas en el mercado español, y lo que en un principio me pareció una maravillosa relación entre el ‘Espíritu del barman’ y la proyección de la marca con su propio carácter, hoy en día me parece un auténtico despropósito. En un principio nosotras actuábamos como prescriptores, identificándonos en ocasiones con el carácter de la marca, con su historia, con su leyenda y, a través de esa memoria, se producía una fusión entre el alma del barman y el espíritu de la marca. Y entonces en las barras se trasmitía esa mágica fusión, y el barman enamoraba a través de su coctel, y el cliente amaba a la marca que le proporcionaba esa misma inspiración.
Por un momento casi histórico, las grandes marcas se dieron cuenta, que para poder estar en el mercado tenían que traspasar las barreras entre una Imagen de marca, que se fundamenta en inversiones en marketing y en variaciones del mercado, lo que puede dotar de ventas en un pico de activación, pero no hacía que las marcas fueran escogidas para su servicio, por una cualidad que las hiciera únicas, frente a sus competidoras. Nadie sabía nada de las ginebras, ni de su producción, y tras la explosión de los gin-tonics de las manos del bartender, los clientes aprendieron cada detalle de su elaboración, palabras como enebro no se habían dicho tantas veces en tan poco espacio de tiempo. Y esa información permitió la elección más selectiva, de nuestro consumidor, permitió también el nacimiento de nuevas marcas, permitió la especialización de algunos destilados, y afianzó a las marcas que gustaron a los bartenders.
¿Por qué? Porque nosotros podíamos dar vida a la Marca dentro del cóctel, podíamos sacar su espíritu de la botella y formar una experiencia inolvidable entre el matrimonio de la creatividad y la calidad de la materia prima. Y lo hicimos. Y enseñamos al público, todo lo que podíamos hacer, algunos incluso desarrollaron nuevas técnicas, hasta el momento nunca utilizadas en coctelería.
Y había alegría por todas partes, y las marcas creían en nosotros y admiraban nuestros progresos, aun presionando siempre para conseguir la exclusividad de la creatividad del bartender, y utilizarla para ganar espacio entre la competencia. Algunos nos comprometimos con las marcas que representamos en alma y espíritu, y nos convertimos en Embajadores.
¿Que era un Embajador de Marca? En nuestro caso, había de ser intuitivo, tener imaginación, y aplicar tus conocimientos de mercado, para desarrollar un enfoque visionario, que nace de tu experiencia en el sector.
Tenía que conectar la marca con su público y que sus productos generen una necesidad emocional en los clientes. El embajador era la persona física que adquiría un compromiso real con los clientes, clientes cada vez más infieles, y ha de dirigir unas acciones de comunicación coherentes con los valores de la marca.
Un Embajador de marca personifica todo aquello que la marca representa. Crea conciencia, atención y atrae a clientes potenciales, avalados por su experiencia y reputación en el sector. El Branding es el proceso de crear una imagen ÚNICA para un cierto producto, tomando en cuenta al público al que va dirigido. Así pues, BRAND AMBASSADOR, lo dice todo, creamos la imagen única, otorgamos credibilidad a nuestra marca con nuestra reputación profesional, porque otros profesionales del sector, confían en nuestra experiencia.
Pero en algún momento del camino, empezaron a vernos como Objetos, dejamos de ser espíritus creativos… Ya no éramos los precriptores de emociones, ya no eramos herramientas para una venta fidelizada, nos convertimos en Objeto de Venta.
Yo soy Barman. Y me comunico con el mundo a través de sensaciones, no comprendo el lenguaje de la vanidad ni de la codicia.
Elisa Libertad Vidal, 2017