Texto: Anita Cufari
Francia detiene a Mata Hari, el calendario gregoriano se introduce en el Imperio Otomano (sí, aún existía el Imperio Otomano), comienza la revolución rusa, Lenin avanza posiciones y aún no había entrado en vigor la Ley Seca. Y mientras tanto, la botella del cognac Louis XIII que, hace unos días, unos pocos privilegiados probamos en Madrid, ya había nacido.
Piensa en crear algo para dentro de 100 años. Algo que seguro no verás y que tampoco podrás manejar ni rectificar en su evolución. Y sin embargo, lo que hoy se cosecha, un día se convertirá en
una botella de un siglo de historia.
Cada centilitro de este líquido histórico (sí, nada de copa, el cognac Louis XIII se disfruta de a centilitros), se paga alrededor de unos 80€ y la marca recomienda como mínimo 3, para apreciar el sabor al completo, con todos sus matices y que no te parezca que el paraísos sólo duraba unos instantes.
Haz las matemáticas y llegarás al valor de la botella. Unos 2.500€ si no buscas una de las ediciones limitadas, que pueden llegar fácilmente a los 30.000€. Y si de anécdotas excéntricas quieres
llenarte la boca, que sepas que en 1937 llegaba a Chicago este cognac por el que la gente estaba dispuesta a pagar 1 dólar sólo por oler su tapón. Ole.
Tuve el honor de estar en la bodega de Rémy Martin en Cognac y te puedo asegurar que ha sido una de las experiencias más “mágicas” que he vivido. Esoterismos fuera, hablo de una bodega casi a oscuras, con barriles de más de 100… 200 años, conservados por la familia Rémy Martin… Mira que he viajado mucho y he visto rincones históricos de gran peso, pero en el interior de esa bodega, entre esas barricas, sentí el peso de la historia. Una maravilla de experiencia que pude completar el otro día en esta cata privada.
La creación de historia embotellada.
Ya sabes que el cognac es un tipo de brandy nacido en la región de Cognac, en Francia, y está protegido por todas las normativas de su denominación de origen.
El Louis XIII proviene de las mejores vides, del mejor “cru” (región) de la zona. Es decir, ya antes de ser un mítico líquido de 100 años, cuenta con lo mejor de lo mejor en su ADN. ¿Por qué es tan especial esta zona? Porque el terreno es particularmente calcáreo. Esto provoca que las raíces de la vides tengan que llegar a mayor profundidad y absorban mucha más agua.
El tiempo de cosecha es bastante limitado y, como te imaginarás, se siguen unos protocolos muy estrictos para mantener la calidad del cognac. Con 12 kilos de uvas blancas, se consigue 1 litro de
aguardiente. Ese líquido, cada año, pierde entre un 2% y un 3% de su volumen. Es la conocida “parte de los ángeles” que se evapora mientras está en barrica. Ahora, calcula que en cada Louis XIII hay 100 años de historia… Los ángeles se han quedado con una muy buena parte de lo producido.
En una botella de cognac Louis XIII intervienen más de 1200 aguardientes de vino y el más joven,
por lo menos tiene 40 años en barricas de roble de la región de Limousin.
Aquí es cuando entra en juego la maestría del Maestro Bodeguero que es el que puede anticiparse a la evolución del líquido. Cada año, verifica la evolución de los líquidos y comienza a
identificar qué barrica podría combinar con cuál.
Cuatro generaciones de Cellar Masters intervienen en la elaboración de un Louis XIII. Baptiste Loiseau es el actual Maestro Bodeguero que no sólo está continuando la labor que
comenzó su antecesor 100 años atrás, sino que ya está preparando los líquidos que estarán listos en 3 generaciones.
¿Cómo evolucionan los cognacs?
Los aguardientes de 20 años suelen tener sabores y aromas más afrutados, acompañados de regaliz. A los 40 años de evolución, aparecen las ciruelas y los sabores como a mermeladas. El tiempo nos lleva a los 70 años de este líquido para encontrar reminiscencias a setas y nueces. Los matices de la tierra, empiezan a asomar en el eau de vie. Y los que tienen más de 100 años (podrás encontrar ediciones limitadas más antiguas, pero son tan limitadas que es casi imposibles dar con ellas)
aportan frutos secos que se mezclan con la miel y la nuez moscada. Es el punto en que los matices en nariz y en boca se potencian y el líquido se vuelve aún más complejo.
Visualmente ya tenemos un cognac más dorado, muy oscuro que, al abrir, te invadirá con sus aromas a flores, oportos añejos, curry, azafrán, tabaco y sándalo. El cognac Louis XXIII
sorprende por sus aromas y sabores, tan potentes y a las vez tan suaves y llenos de matices. Toda una experiencia que se ve potenciada una vez que conoces aún más su historia.
Más información: https://www.louisxiii-cognac.com